MOVIMIENTO ASOCIATIVO  · AFA RIOJA

LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER

 

 

 

 

 

Ilustración: CINTA ARRIBAS

 

 

La historia de la enfermedad de Alzheimer se inicia cuando en 1901, Auguste D. llega al psiquiátrico en el que trabajaba Alois Alzheimer. Esta paciente procedía del mismo pueblo en el que había nacido el padre de Alois. El psiquiatra transcribe todas y cada una de las entrevistas que tiene con la enferma. Cuando Auguste fallece, el doctor analiza su cerebro y encuentra en él unas extrañas estructuras, las placas seniles y los ovillos neurofibrilares, que se habían formado por el mal funcionamiento de dos proteínas, la proteína alfa beta amiloide y la proteína tau. Escribe un artículo para un congreso en 1906  titulado “Sobre una peculiar enfermedad de la corteza cerebral”. Al parecer en aquel congreso no tuvo gran éxito el artículo porque en aquella época la teoría de moda en psiquiatría era el psicoanálisis. Más tarde, en 1910, el Dr. Kraepelin, describe en el manual de psiquiatría que escribió esta enfermedad y la denomina “Enfermedad de Alzheimer”.

 

Pasaron algunos años y empezaron a aparecer personajes muy conocidos que padecían la enfermedad, Rita Hayworth, Ronald Reagan, Adolfo Suárez, etc. En la actualidad, todo el mundo ha oído hablar de ella. Con los avances en medicina, la esperanza de vida en el mundo desarrollado ha crecido muchísimo y ésta es una enfermedad ligada a la edad, cuantos más años tenemos mayor es la probabilidad de padecerla. Es una enfermedad neurodegenerativa, las neuronas se estropean, es progresiva, siempre va a peor, y es irreversible, es decir, todavía no se ha encontrado el remedio que la cure; pero lo encontrarán porque los investigadores trabajan muchísimo en distintas líneas. Esta enfermedad afecta a todas las capacidades y habilidades de los seres humanos, a la memoria, al razonamiento, al lenguaje, al cálculo, al conocimiento, a la atención, la concentración, las habilidades sociales y laborales, etc.

Puede provocar alteraciones como la ocultación y pérdida de objetos, los delirios, las alucinaciones, la depresión, la labilidad emocional, los trastornos de la conducta alimentaria, la deambulación, la ansiedad, la agresividad, los trastornos del sueño, etc. Pero en cada enfermo se manifiesta de distinta manera, no hay dos enfermos iguales, como no hay dos seres humanos iguales. Nuestro cerebro es único, nosotros lo hemos rellenado con todas nuestras experiencias vitales y todos los aprendizajes que hemos realizado a lo largo de la vida y la enfermedad avanzará por el cerebro a un ritmo que nadie puede predecir. En general, decimos que cuanta mayor reserva cognitiva tengamos, es decir, cuanta más información hayamos almacenado, más lentamente avanzará la enfermedad.

 

La OMS dice que existen factores modificables que pueden influir en la aparición de la enfermedad. Estos factores son: la diabetes, la hipertensión, la obesidad, el tabaquismo, el ejercicio físico, la depresión y el ejercicio mental. Cada uno de nosotros podemos intentar llevar una vida lo más sana y más activa posible, eso es lo  que está a nuestro alcance para que esta enfermedad no aparezca en nuestro sistema nervioso. Es recomendable leer (mejor en voz alta), cantar, viajar, hacer sudokus, crucigramas, sopas de letras, aprender idiomas, hacer ejercicio físico y sobre todo hablar con otras personas, tener muchas relaciones sociales, no quedarnos en casa haciendo actividades mecánicas y poco enriquecedoras como ver la tele.

Si la enfermedad ya ha llegado a nuestro entorno familiar, es importante aprender a tratar y a comunicarnos con nuestro enfermo. Algunas pautas que podemos seguir y nos van a ayudar son:

 

1. Tenemos que aceptar la enfermedad. Es una enfermedad como cualquier otra pero a los cuidadores, a veces, nos resulta incomprensible que hagan las cosas correctamente algunas veces y otras no. Así es esta enfermedad, hay momentos en los que las neuronas son capaces de enviar la información y otras veces no les resulta posible enviarla. Nos puede ayudar que cuando les miremos a la cara pensar que llevan una etiqueta en la frente “estoy enfermo”.

 

2. No decirles lo que hacen mal. La enfermedad les impide hacer las cosas bien y tampoco les deja recapacitar y mantener en la memoria lo que tienen que hacer para la próxima ocasión. Si lo hacen mal es porque no pueden hacerlo bien. No tienen la culpa de estar enfermos.

 

3. En la comunicación con ellos, no es conveniente darles órdenes, es mejor preguntarles o pedirles ayuda. También debemos tener en cuenta que pueden tener problemas, a veces, para razonar y para comprender lo que les decimos, por lo que no es conveniente dar muchos argumentos seguidos, es mejor utilizar frases cortas o pocas palabras. La comunicación no verbal es siempre más efectiva que la verbal, así que es mejor que utilicemos más la comunicación facial y gestual que la comunicación verbal.

 

4. No es conveniente discutir con ellos y es muy importante no enfadarnos, no poner mala cara, ni chillarles. Las emociones se contagian tanto las positivas como las negativas. Si nosotros les sonreímos y les hacemos muestras de afecto ellos estarán contentos y serán afectuosos con nosotros. Si nosotros nos enfadamos y les chillamos podemos despertar en ellos la agresividad y es una de las alteraciones más complejas que puede aparecer en esta enfermedad.

 

Con estas pautas y algunas más podremos conseguir que el proceso de la enfermedad transcurra de la manera más tranquila y feliz posible. También sería conveniente que viviéramos el proceso de la enfermedad no con actitud derrotista “esto es lo peor que me podía pasar” “por qué me tiene que pasar esto a mí” “es tan triste”; sino con la actitud de que esta enfermedad nos va a servir para aprender a cuidar a nuestros seres queridos, va a permitirnos adquirir habilidades y competencias nuevas, nos va a hacer crecer como personas y aprender a afrontar nuevos problemas en el futuro.

Si quieren ampliar información sobre las demencias, la enfermedad de Alzheimer, los talleres de estimulación para enfermos que realizamos en AFA Rioja para ralentizar el proceso de deterioro, sobre pautas y estrategias para los familiares o como cuidarnos para poder cuidar, pueden acudir a la Asociación de Familiares y enfermos de Alzheimer y otras demencias que tiene su sede en la calle Menéndez Pelayo nº 9, esquina calle Somosierra. También pueden encontrarnos en la calle Manresa nº 2-4, en el barrio de Yagüe. Y en los teléfonos 941 23 19 94 // 648 03 80 90 // 629 555 635.

 

Anabella Martínez Pérez

Psicóloga de AFA Rioja

 

 

 

Sumario

Nº ———  50

Agosto 2019 • Nalda