CULTURA  · Luisma

Nalda: Un pueblo de cuento

 

 

 

 

 

 

Diferentes talleres, narrados y cursos se dieron cita ese día.

 

 

Hace unas semanas, el último fin de semana de junio y en plena ola de calor, Nalda se convirtió en Un pueblo de cuento. Gracias a la inestimable ayuda de Panal y CEIP Rural y la colaboración del Ayuntamiento de Nalda, el Gobierno de La Rioja, la Universidad de La Rioja, la asociación  lbum y la librería Santos Ochoa, pudimos celebrar unas jornadas sobre literatura infantil y juvenil con editores, autores e ilustradores de reconocido prestigio nacional, algunos premiados incluso más allá de nuestras fronteras.

 

Orígenes

La idea surgió hace unos meses al calor del éxito de iniciativas como La tela de cuentos y con la premisa de hacer un encuentro con autores que hubieran publicado en la editorial bookolia. Todo fue fraguando cuando a la intención de hacer un festival de literatura infantil y juvenil se le sumó el hecho de intentar vincular el núcleo rural a la actividad cultural. Todo se da en las grandes (y pequeñas) ciudades. ¿Por qué no llevar a los niños del medio rural actividades que ni siquiera en las grandes ciudades se dan? Juntar a las personas que estuvieron ese fin de semana en Nalda es complicado y pueden contarse con los dedos de la mano las veces que así ocurre. De esta forma pudimos conseguir la implicación de CEIP Rural, que fue esencial en el desarrollo de Un pueblo de cuento. La implicación tanto de autores como de instituciones y empresas que han colaborado no ha sido complicada, ya que el proyecto se ha visto siempre con una enorme simpatía.

 

Desarrollo

Las jornadas empezaron con un taller de edición autogestionada en el que el tallerista, Carlos Ramírez, junto con los inscritos elaboraron durante el fin de semana un fanzine sobre lo vivido en Un pueblo de cuento, con entrevistas e imágenes de lo acontecido en Nalda. El resultado fue una fantástica revista en la que pudieron plasmar todo lo que se aprendió de la mano de Carlos: edición, diseño, maquetación e impresión. Sirvió además de un bonito recuerdo que los autores e ilustradores pudieron llevarse de vuelta a sus lugares de origen.

 

El sábado amaneció radiante en Nalda, ¡y candente! Fue un día muy intenso, ya que desde las 11:30 hasta las 22:00 no pararon de sucederse actividades. Primero con un taller de ilustración en el que se invitaba a niños y mayores a imaginar su pueblo de cuento. Los ilustradores David Sierra Listón y Concha Pasamar crearon un mural sobre el que posteriormente se fueron añadiendo elementos que completaban el pueblo de cuento; desde leones, caracoles, tortugas o caballos hasta dinosaurios, mamuts o barcos piratas que naufragaban en el Iregua, todo cabía en la desbordante imaginación de los niños.

Luego los escritores Pedro Mañas y Pilar Serrano nos hicieron vivir aventuras con un señor aburrimiento muy divertido, una voladora caja de cartón y hasta consiguieron que a todos nos encantara el brócoli. La mañana la cerramos en el salón sociocultural con la actividad que Concha Pasamar preparó para presentar “Cuando mamá llevaba trenzas”, un acto nostálgico a la vez que divertido recordando una infancia que en muchos lugares ya no se conoce, de un tiempo en que se tomaba la fresca en verano y los niños aún jugaban más en la calle que en casa.

 

La tarde nos condujo a la piscina. Con el calor como protagonista era el mejor lugar donde escuchar cuentos fresquitos. El aire acondicionado funcionó de maravilla y nos trataron como reyes. Allí fue donde la escritora y narradora Gracia Iglesias nos deleitó con un gato muy coqueto llamado Moustache, invocó a la imaginación con Imagodonte y nos descubrió por qué le picaba el ombligo; posteriormente Rebeca Terroba Nalda, de Santos Ochoa, contó El burrito verde, Una morsa en mi jardín y Bienvenida, Lupe.

 

Para terminar la tarde en el bar de las piscinas, la escritora y editora Arianna Squilloni contó e hizo un precioso taller sobre los libros En casa de mi abuelo y El viaje del calígrafo, en el que los niños y niñas pudieron desarrollar su creatividad pintando sobre las piedras que previamente se habían recogido del Iregua. Hubo dibujos fascinantes.

El sábado terminó de una manera emotiva, cuando en el salón sociocultural Ana  Cristina Herreros nos presentó su proyecto de Resignificación de espacios públicos, cuando David Hernández Sevillano y Lourdes Cacho nos leyeron algunos de sus textos y supimos cuánto ha influido en ellos y en su obra el entorno rural. Y por último cuando Raquel y Fabiola nos hablaron de muchos de los proyectos que han llevado a cabo en estos años para recuperación de patrimonio, recuperación de las tierras perdidas para la labranza y cómo han trabajado para dar valor al mundo rural en general y a Nalda en particular.

 

Un broche perfecto para esta maratoniana jornada.

El domingo amaneció tan radiante como el sábado. La jornada iba a tener menos actividades pero no por ello sería menos intensa. A las doce el poeta David Hernández Sevillano nos divirtió recicontando dos de sus obras infantiles, ¡Artista! y De boca en boca y río porque me toca y la increíble Ana Griott dejó su impronta en Nalda con sus cuentos de la serie negra.

Simultáneamente se celebraba en el salón sociocultural una ponencia sobre el libro-álbum en el aula. Especialmente destinada a docentes y a todos aquellos interesados por los libros infantiles y su posible aplicación a enseñar a los y las más pequeños. La editora Arianna Squilloni fue la encargada de conducirla y dar su siempre valiosa visión sobre el libro álbum. Sirvió además para hablar de la asociación  lbum, que trata de difundir los valores del libro álbum más allá del ámbito de la librería. En la sesión también intervinieron la escritora y profesora Pilar Serrano, la ilustradora y profesora Concha Pasamar y el escritor Pedro Mañas, que desde diferentes perspectivas abordaron diferentes aspectos del libro álbum y cómo aplicarlo en el aula.

 

Fueron preparativos intensos para que todo saliera según lo esperado. Reunir a los autores e ilustradores y coordinar todo para que saliera bien fue labor compleja pero el resultado mereció la pena. Todos acabamos muy satisfechos y pese al calor reinante los cuentos envolvieron Nalda durante dos fantásticos días. Ganas de repetir las hay, y muchas. Vendrán más autores y contaremos otros cuentos, pero estos, como los primeros amores, serán los que nos dejen un recuerdo imborrable.

 

Próximos años

Esperamos seguir contando con el apoyo de las instituciones y empresas que nos han acompañado este año y que Un pueblo de cuento pueda congregar a mucha más gente en torno a la literatura infantil y juvenil. Creemos en esta iniciativa que da protagonismo al medio rural, que acerca cultura a los más pequeños fuera de los circuitos habituales. Si las pequeñas poblaciones no disponen de librerías o bibliotecas acerquemos los libros, los autores y las editoriales a esos núcleos rurales. Creemos firmemente en ello y de hecho ya han pedido replicar el evento en otros lugares. Ojalá sea ésta la primera piedra de una gran casa.

 

 

 

 

 

 

 

Sumario

Nº ———  50

Agosto 2019 • Nalda